Un día como hoy, pero de hace 125 años, en pleno Porfiriato y bajo el papado de León XIII, nació la Diócesis de Aguascalientes, desprendiéndose así de la Arquidiócesis de Guadalajara y dando pie a la conformación de un Obispado cuyo primer titular fue don José María de Jesús Portugal y Serratos.
Mediante la bula apostólica “Sedes”, el Papa León XIII erigió la Diócesis, y el 30 de mayo de 1902 fue designado el primer Obispo, quien tomó posesión el 29 de julio de 1902, bajo el patronazgo de Nuestra Señora de la Asunción.
Durante ese tiempo, la Diócesis ha tenido ocho obispos: José María de Jesús Portugal, Ignacio Valdespino Díaz, José de Jesús López y González, Salvador Quezada Limón, Rafael Muñoz Núñez, Ramón Godínez Flores, José María de la Torre Martín y el actual, Juan Espinoza Jiménez, quien actualmente encabeza la Diócesis, que cuenta con alrededor de un millón quinientos mil fieles y está conformada por 124 parroquias y además, pertenecen no sólo municipios de Aguascalientes, sino de Jalisco y Zacatecas.
Para documentar el histórico hecho del nacimiento de la Diócesis de Aguascalientes, acudimos al reconocido historiador Víctor Moreno Ramos, autor de varios libros, como “Las primeras escuelas de Aguascalientes” y “Los pilares de la aurora escolar en Aguascalientes”, entre otros, quien nos comentó que el nacimiento de la Diócesis de Aguascalientes en 1899 se dio en el marco de la creación de nuevos obispados en México, en la expansión y desmembramiento territorial del Arzobispado de Guadalajara: Baja y Alta California, 1840; San Luis Potosí, 1854; Zacatecas, 1862; Tamaulipas, 1870; Chihuahua, 1891; Colima, Tepic, Saltillo, 1891; San Diego, Los Ángeles, Sacramento, Monterey/Fresno. Por su parte, el Arzobispo de Guadalajara, don Pedro Loza y Pardavé, proyectó la construcción y sede del Obispado en Teocaltiche, Jal., en 1891.
Los primeros intentos de un Obispado de Aguascalientes se remontan desde la emancipación de los aguascalentenses de Zacatecas 1835-1957. Luego hubo una solicitud en 1869 rechazada cuando una representación de aguascalentenses pidió al Arzobispo de Guadalajara, don Pedro Loza y Pardavé, que hiciera llegar a la Santa sede “una solicitud por lo que pretendemos se erija un Obispado en la capital del estado de Aguascalientes”. Después en 1875 se insiste y solicita al Arzobispo de Guadalajara la erección de la Diócesis sin obtener respuesta favorable, y en 1886 se realizó una visita de obispos a Aguascalientes que revive el proyecto.
PROCESO PARA ERIGIR LA DIÓCESIS
Moreno Ramos nos comenta que “el primer paso fue entrevista y apoyo del Visitador Apostólico realizada el 23 de marzo de 1896, cuando arribó a México Nicolás Averardi y con singular prontitud algunos prominentes hombres de Aguascalientes como don Peón Valdés y Velázquez de León, acudieron a tratarle lo relativo a la nueva erección del Obispado. Su respuesta fue benévola, pero todo lo dejó en suspenso hasta que los interesados hablasen con el Arzobispo Pedro Loza y Pardavé y diera su anuencia y se cercioraron de que de parte suya no había oposición. El segundo paso consistió en una entrevista con el Arzobispo de Guadalajara don Pedro Loza y Pardavé, llevada a cabo por los señores Lic.
osé López Portillo y don Agustín T., y obtener anuencia para el nuevo Obispado en Aguascalientes. El tercer paso fue emprender otra entrevista con Monseñor Nicolás Averardi, cuando una comisión se traslada a México encabezada por don Felipe Nieto, Felipe Ruiz de Chávez, Francisco F. del Hoyo, Carlos Sagredo y el Dr. Carlos María López Arteaga. Y a Puebla a entrevistarse con el Sr. Amézquita con el fin de pedir a ambos apoyo moral, el cual fue ofrecido con buen agrado. Confortado con estas promesas, abordan luego sin pérdida de tiempo a Monseñor Averardi, el cual ofreció presentar de inmediato el caso a Roma”.
Cabe mencionar que el proyecto de Don Felipe Nieto y su grupo, era proponer que el nuevo Obispado abarcara una extensión mayor que la ocupada por la jurisdicción civil de Aguascalientes, incluyendo seis parroquias pertenecientes al estado de Jalisco. El Arzobispo de Guadalajara, don Pedro Loza y Pardavé, se opuso terminantemente a la formación de la Diócesis por las pérdidas económicas que significaba para los ingresos decimales de su jurisdicción, la desmembración de las seis parroquias provocaría la sensible disminución de sus beneficios, la nueva Diócesis no tendría los elementos necesarios para sostenerse, tenía un colegio-seminario que él mismo sostenía, se dejaba entrever que los aguascalentenses querían contrapesar su escasa importancia como entidad política, razón por la cual querían anexarse parroquias de Jalisco, que luego serían agregadas al gobierno civil, agregó el escritor.
Por otra parte, dijo que el Obispo de Saltillo, don José María Portugal y Serratos, en 4 abril de 1898 analizó la situación y realizó algunas consideraciones, como por ejemplo: 1) Exagerada la postura del Arzobispado de Guadalajara que con el nuevo Obispado en Aguascalientes iba a perder su carácter de centro religioso (106 parroquias). 2) Gozaba de una posición geográfica privilegiada en el centro del país, comunicada por las vías del ferrocarril con las ciudades de San Luis Potosí y México, inclusive hasta la frontera con los Estado Unidos. 3) Creía que la región no estaba bien atendida en materia espiritual, debido a que en la ciudad de Aguascalientes se había abierto un templo y escuela protestante, que seguramente un Obispo hubiera impedido. 4) Si se llegara a erigir el Obispado con sólo las parroquias que correspondían al Estado, los feligreses quedarían conformes.
ALLANAMIENTO DEL CAMINO
Pero, agrega, el fallecimiento del Sr. Loza y Pardavé el 15 de noviembre 1898, fue la situación que favoreció al grupo de personas que deseaban que Aguascalientes fuera una Diócesis, por lo que inmediatamente se pidió ante la Santa Sede sobre la petición de los aguascalentenses, allanando el camino para facilitar la creación de la Diócesis y parecía abrigar en algunos la esperanza de una solución satisfactoria por parte de Roma.
Ante tal hecho, el Obispo de Saltillo, don José María de Jesús Portugal y Serratos, mostraba interés hacia su persona en la provisión del Obispado de Aguascalientes.
“Por otro lado, don Felipe Nieto y varios de los principales vecinos de la localidad, presionaban al Visitador Apostólico don Nicolás Averardi, señalando que antes de que se nombrara un nuevo Arzobispo se podía realizar la tan ansiada erección, puesto que ya no se lastimaría la persona del difunto Loza, en particular, quienes argumentaron que las necesidades espirituales de la población no eran atendidas por el Arzobispo de Guadalajara en una época en que el protestantismo y la masonería presentaban el peligro de expandirse con la llegada de varias empresas estadounidenses que se estaban instalando en ese Estado”.
OPOSICIÓN EN EL CABILDO DE GUADALAJARA
El proyecto de erección del Obispado de Aguascalientes despertó muchas oposiciones e incomodidades entre los diversos actores de la curia de Guadalajara y una expresión de ello son las “amenazas anónimas que recibió el Visitador Apostólico don Nicolás Averardi, en las que se le prevenía de no continuar apoyando la organización de la nueva Diócesis: Háganos favor de no influir en que se haga Obispado Aguascalientes, porque le quitaría toda su preponderancia a Guadalajara”
NOTICIAS DESDE ROMA EN 1899
Informó el entrevistado que en 1899, el entonces don José María de Jesús Portugal y Serratos, como Obispo de Saltillo, Coahuila, había asistido al Concilio Plenario Latinoamericano celebrado en mayo-julio de 1899 en Roma. Desde ahí, se dirigía al Visitador Apostólico don Nicolás Averardi comentándole que “uno de los personajes principales de la Curia Romana le había dicho que la Santa Sede había decidido erigir el Obispado de Aguascalientes y que solamente estaban esperando el informe que el visitador debía enviar desde México”.
Finalmente, para el 27 de agosto de 1899 llega la buena nueva de Roma, su Santidad León XIII erigía en sede episcopal al estado de Aguascalientes, con residencia en la ciudad del mismo nombre, a la Diócesis, mediante el Breve “Apostólica Sedes”. Como era de esperarse el júbilo entre los feligreses fue grande en todos los rincones del estado de Aguascalientes.
Otros pormenores de la histórica conformación de la Diócesis se quedan en el tintero, pero sin duda, a 125 años, la Diócesis de Aguascalientes ha cumplido con creces su misión espiritual y pastoral.