AGUASCALIENTES. – Cada 10 de septiembre el mundo recuerda una de las tragedias silenciosas que más vidas arrebata: el suicidio. Hoy es el Día Mundial para la Prevención del Suicidio.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 700 mil personas se quitan la vida cada año, lo que convierte al suicidio en una de las principales causas de muerte entre jóvenes y adultos.
En Aguascalientes, como en el resto del país, es un problema de salud pública creciente. De acuerdo con las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR), 2024, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Aguascalientes ocupó el año pasado el tercer lugar nacional de suicidios en todo México, con una tasa de 14.3 suicidios por cada 100 mil habitantes, solo por debajo de Chihuahua (16.4) y Yucatán (16.2).
Pero la reflexión sobre la vida, la muerte y el sufrimiento no es nueva: la literatura universal ha hecho del suicidio un tema recurrente, a veces como denuncia, a veces como espejo de la condición humana.
Hoy, en el Día Mundial para la Prevención del Suicidio, vale la pena revisar cómo grandes obras literarias han abordado este dilema existencial.
Los clásicos y el suicidio romántico
Desde el siglo XVIII, libros como Las penas del joven Werther de Goethe (1774) marcaron a toda una generación en Europa, al grado de provocar una ola de suicidios imitados por jóvenes de la época.
Más tarde, obras como Madame Bovary de Gustave Flaubert (1856) o Anna Karenina de León Tolstói (1877) retrataron a mujeres atrapadas por la frustración social y personal, que vieron en la muerte una salida.
En Rusia, Dostoievski, en títulos como Crimen y castigo (1866) y Los hermanos Karamázov (1880), expuso con crudeza los dilemas morales y filosóficos sobre el sentido de vivir.
Siglo XX: la depresión como protagonista
Ya en el siglo XX, los escritores comenzaron a poner nombre a lo que hoy conocemos como depresión y ansiedad. La campana de cristal de Sylvia Plath (1963) es quizás el retrato más descarnado de una mente atrapada en pensamientos suicidas, mientras que El guardián entre el centeno de J.D. Salinger (1951) reveló la vulnerabilidad de la adolescencia.
Virginia Woolf, que acabaría quitándose la vida en 1941, dejó en Las olas (1931) una visión poética de la fugacidad y el vacío existencial.
Contemporáneos: del tabú al debate juvenil
En años recientes, obras como Veronika decide morir de Paulo Coelho (1998) y Thirteen Reasons Why de Jay Asher (2007) pusieron el tema del suicidio en la conversación global, especialmente entre jóvenes. Las vírgenes suicidas de Jeffrey Eugenides (1993) y Prozac Nation de Elizabeth Wurtzel (1994) fueron también parteaguas al abrir el debate sobre salud mental, depresión y estigmas sociales.
Filosofía y poesía: la pregunta por el sentido
El suicidio no solo ha sido narrado, también pensado. En El mito de Sísifo (1942), Albert Camus definió la cuestión del suicidio como la “única pregunta filosófica verdaderamente seria”.
Por su parte, Sylvia Plath, en su poemario Ariel (1965), escribió versos cargados de desesperanza y lucidez.
Literatura y Día Mundial para la Prevención del Suicidio: dos caminos que se cruzan
Si bien estas obras no siempre ofrecen respuestas, sí han logrado abrir conversaciones, visibilizar el sufrimiento humano y tender puentes de empatía. La literatura puede ser una vía para reconocer que el dolor existe, que nadie está solo y que siempre hay alternativas antes de una decisión irreversible.
En este Día Mundial para la Prevención del Suicidio, la lectura de estas obras puede ser una oportunidad para reflexionar, entender y, sobre todo, abrir espacios de diálogo y acompañamiento.



