En los últimos años, los productos de belleza low-cost, especialmente los geles para uñas y maquillajes “inspirados” en marcas de lujo, han ganado una enorme popularidad. Esta tendencia ha sido impulsada por la influencia de redes sociales como TikTok o Instagram, donde los llamados “dupes” copias o equivalentes más baratos de marcas premium y los tutoriales virales invitan a probar artículos accesibles que prometen resultados profesionales.
El gelish, en particular, se ha convertido en uno de los servicios más solicitados en salones de belleza y aplicaciones caseras. Su éxito radica en que aporta brillo, dura semanas sin desgastarse y no altera la forma natural de la uña, a diferencia de las uñas acrílicas o esculturales. Pero detrás del color hay varias combinaciones de químicos que pueden representar riesgos para la salud.

Lo que esconden los esmaltes de gel: químicos peligrosos
El foco de atención está en el Trimetilbenzoil Difenilfosfina Óxido (TPO), un agente fotoiniciador usado para endurecer el esmalte bajo lámparas UV o LED. Este compuesto permite el secado rápido y duradero del gelish, pero estudios científicos han comprobado que puede generar reacciones alérgicas severas, daño genético y alteraciones hormonales.
Tanto así que la Unión Europea prohibió su uso a partir de septiembre de 2025, catalogándolo como una sustancia cancerígena, mutagénica y reprotóxica. Según la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA), la exposición prolongada al TPO puede causar irritación en la piel, inflamación de las vías respiratorias y un aumento en el riesgo de cáncer por acumulación en el organismo.
Además del TPO, existen otros compuestos peligrosos comunes en los esmaltes y cosméticos baratos:
- Formaldehído: usado como endurecedor, está relacionado con cáncer nasal y reacciones alérgicas.
- Tolueno: solvente que puede causar daño neurológico y afectar el desarrollo fetal.
- Metacrilatos: responsables de dermatitis, ampollas y debilitamiento de las uñas.
Estos componentes, en combinación, convierten el acto de embellecerse en una posible fuente de exposición a tóxicos de alto riesgo.


Esta situación no solo se limita al gelish. En los últimos años, los maquillajes económicos de origen chino también se han vuelto muy populares en mercados, bazares y plataformas en línea de belleza. Muchos de estos productos imitan el empaque, colores y tipografía de marcas reconocidas como Dior, MAC o Charlotte Tilbury, pero no cuentan con registro sanitario ni cumplen con estándares de control de calidad.
Estos cosméticos contienen altos niveles de plomo, mercurio y arsénico, metales pesados que pueden causar envenenamiento crónico, caída de cabello, daños neurológicos y alteraciones hormonales. Además, los pigmentos usados para lograr tonos intensos o efectos “glow” pueden incluir colorantes industriales no aprobados para uso cosmético.
Aunque muchas veces se venden como “idénticos” o “de imitación”, no hay garantía sobre su fabricación ni sobre las condiciones de higiene del proceso. Usar estos maquillajes en zonas delicadas como párpados o labios puede derivar en irritaciones, infecciones oculares y reacciones alérgicas graves.
Recomendación: antes de comprar un maquillaje económico o importado, revisa que tenga registro sanitario, código de barras legible y lista completa de ingredientes. Si el empaque parece falso, no tiene fecha de caducidad o el olor es muy fuerte, es mejor evitarlo.


¿Cómo identificar un producto de riesgo?
Aunque algunas marcas profesionales como GC Nails aseguran estar libres de TPO y cumplir con normas sanitarias mexicanas y europeas, muchas otras como MUSSA o gelish que se venden en tiendas chinas y tiendas genéricas carecen de certificación sanitaria, etiquetado transparente o pruebas dermatológicas.
El problema se agrava porque México aún no cuenta con regulaciones específicas sobre el uso de TPO por parte de COFEPRIS. Esto deja a los consumidores sin una referencia clara sobre los ingredientes que aplican directamente sobre su piel.

Claves para identificar un cosmético de riesgo:
- No tiene registro sanitario visible ni código de lote.
- Su etiqueta está en otro idioma sin traducción al español.
- Carece de fecha de caducidad o lista completa de ingredientes.
- Promete “efecto profesional” a precios extremadamente bajos.
En contraste, los productos originales o certificados incluyen el número de registro sanitario, país de origen, fecha de fabricación y contacto del fabricante. Puede parecer un detalle menor, pero la diferencia entre un producto económico y uno falsificado puede significar una intoxicación o una alergia irreversible.

Cuidado y precauciones recomendadas
El uso frecuente y sin descansos del gelish puede causar debilitamiento, desprendimiento de la uña natural y sensibilización cutánea. Al menos se deben dejar tres semanas entre aplicaciones y priorizar productos con fórmulas libres de TPO o metacrilatos.
Entre las medidas más efectivas destacan:
- Aplicar protector solar en el dorso de las manos antes de usar lámparas UV o LED.
- Usar guantes protectores
- Hidratar las cutículas y uñas con aceites naturales para evitar resequedad.
- No arrancar el esmalte; hacerlo deforma la uña y la hace propensa a infecciones.
El daño no siempre es inmediato; muchas reacciones aparecen tras meses o años de uso continuo, lo que hace más difícil detectar la causa.

Belleza responsable: alternativas seguras para cuidar tu salud
Cuidarse no implica renunciar. Hoy existen marcas reguladas que ofrecen esmaltes semipermanentes libres de TPO, formaldehído y tolueno. También hay tecnologías LED de bajo impacto que reducen la exposición a radiación UV.
Pero si tienes duda de algún producto también hay aplicaciones como INCI Beauty y Clean Beauty que se han convertido en herramientas que ayudan a detectar el contenido de los productos solo al escanear el código de barras o al poner una foto de la etiqueta para identificar si los ingredientes son tóxicos, irritantes o potencialmente cancerígenos. En segundos, el usuario puede saber si un producto es seguro o no.
La clave está en informarse y elegir con cuidado. No se trata de dejar de disfrutar de la belleza, sino priorizando productos que cuiden tanto de nuestra imagen como de nuestra salud. Aunque en México todavía no hay una regulación específica como la que ya implementó la Unión Europea, es posible que se refuercen las normas para proteger a los consumidores.



