La crisis invisible: menos vínculos, más soledad
Las sociedades contemporáneas están más conectadas que nunca, pero se sienten cada vez más solas.
Esa es la principal conclusión del nuevo informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) sobre Conexiones Sociales y Soledad, publicado en 2025, que alerta sobre el deterioro progresivo de los lazos humanos en los países desarrollados.
Aunque en promedio la mayoría de las personas declara tener algún tipo de contacto social, los datos de la OCDE revelan una pérdida preocupante en la calidad de las relaciones personales y un incremento sostenido de la soledad y la insatisfacción con la vida social.
Según el estudio, un 10 % de la población de los países miembros no tiene a nadie en quien apoyarse en momentos difíciles. Un 8 % carece de amigos cercanos y un 6 % se siente solo la mayor parte del tiempo, cifras que se han mantenido en aumento desde 2018.
El informe advierte que la soledad no es un fenómeno pasajero, sino un problema estructural y de salud pública, comparable con factores de riesgo como el tabaquismo o la obesidad, con impactos directos en la salud mental y la cohesión social.
Conexión digital, desconexión emocional
Los investigadores de la OCDE señalan que las interacciones remotas —por teléfono, mensajes o redes sociales— se han triplicado en la última década. Sin embargo, esto no se traduce en bienestar: la cantidad de contactos no garantiza la calidad de los vínculos.
“Estamos más conectados que nunca, pero más solos que antes”, resume el informe, que identifica una desconexión emocional creciente, especialmente entre jóvenes y adultos mayores.
Mientras los primeros son más activos digitalmente pero con relaciones efímeras, los segundos enfrentan la falta de compañía y la pérdida de redes comunitarias, un reflejo del envejecimiento social en Europa y Asia.
Los países más y menos afectados
El estudio ubica a Japón, Finlandia, España, Grecia y Francia entre los países con mayores niveles de soledad: más del 10 % de su población experimenta aislamiento de manera habitual.
Por el contrario, Bélgica, Hungría y Polonia son los únicos que lograron reducir sus tasas de soledad desde 2018.
Japón, en particular, presenta una paradoja alarmante: aunque solo el 5 % se declara frecuentemente solo, casi la mitad de quienes lo están han vivido en aislamiento por más de cinco años, reflejando un problema crónico y estructural.
México: Satisfacción alta, pero la soledad crece
En el caso de México, el informe muestra una aparente fortaleza social: un 66 % de los mexicanos califican con 9 o 10 su satisfacción con las relaciones personales, y solo 1 % se declara completamente insatisfecho.
Sin embargo, las tendencias recientes encienden las alertas: la proporción de personas insatisfechas subió a 6.5 % en 2024, y 8.3 % asegura sentirse solo la mayor parte o todo el tiempo.
Aunque el país mantiene altos niveles de convivencia y vida comunitaria, el estudio detecta una pérdida gradual de la calidad emocional de las relaciones, especialmente en zonas urbanas, donde las jornadas laborales extensas, la inseguridad y el uso excesivo de redes sociales han reemplazado los encuentros presenciales por vínculos digitales frágiles.
Desigualdad, edad y empleo, factores clave
El informe de la OCDE identifica varios factores que agravan el aislamiento:
- Personas con bajos ingresos, desempleadas o con menor nivel educativo tienden a sentirse más solas.
- Quienes viven solas o no tienen pareja presentan el doble de riesgo de aislamiento social.
- Los jóvenes entre 16 y 24 años, aunque socialmente activos, empiezan a reportar niveles de soledad comparables con los adultos mayores, algo inédito en los últimos 30 años.
La soledad como desafío global
La OCDE advierte que la soledad y el aislamiento no son solo asuntos personales, sino problemas públicos que deben abordarse con políticas nacionales.
Entre sus principales recomendaciones destacan:
- Reforzar la infraestructura social y comunitaria, mediante espacios culturales, centros vecinales y programas de convivencia.
- Incorporar la medición de la soledad en censos y encuestas nacionales.
- Diseñar políticas multisectoriales, desde salud y educación hasta empleo y urbanismo.
- Regular el impacto de la tecnología digital, promoviendo usos que fortalezcan la comunidad en lugar de fragmentarla.
- Focalizar apoyos a grupos vulnerables: jóvenes, adultos mayores, migrantes y personas solas.
Advertencia para el futuro
El estudio concluye con un mensaje contundente:
“La soledad no se resuelve con más conexión digital, sino con vínculos reales y comunidades sólidas”.
La advertencia llega en un momento clave, cuando los países enfrentan las secuelas emocionales de la pandemia, el teletrabajo y la acelerada digitalización de la vida social.
México, aunque aún figura entre los países con mayor calidez humana y vínculos familiares, ya muestra señales de deterioro en la calidad de sus relaciones, un fenómeno que, de no atenderse, podría derivar en una crisis silenciosa de salud mental y cohesión social.



