Guillermo Leal
Luis Alberto Villarreal García, además de ser un criador de bravo, un aficionado taurino que ha defendido desde esa trinchera la libertad que debe tener la fiesta brava, es un hombre que sabe ser amigo, una cualidad muy difícil ya de encontrar. Ayer, al conocer la noticia del retiro de Joselito Adame, se conmovió, porque lleva, desde hace muchos años, una estrecha relación profesional y personal con el torero de Aguascalientes.
“Desde abajo y con trabajo Joselito Adame, es el torero mexicano más importante de nuestra historia contemporánea.
Los números no mienten. Pero por encima de ello, es un ser humano excepcional, admirable y tiene todo el derecho decidir lo que le plazca, incluso, a dejar de torear. Joselito Adame es un ejemplo”, expresó, sorprendido, el ganadero guanajuatense.
“¡Es un referente!, un ejemplo para cualquier persona y, particularmente, para la juventud: el éxito no conoce de atajos, ni trampas. Joselito se construyó, a golpe de corazón, con sangre, sudor y lágrimas, ese sitio que posee como figura indiscutible”.
Lo conoce muy bien desde que comenzó José a despuntar como niño torero.
“Joselito sacrificó su infancia, su adolescencia, y dos terceras partes de su vida, solo por, y para el toreo. “Tiene 37 años y desde los 9 está dedicado a esto. Es mucho tiempo. Además, siempre, a contracorriente; valiente, guerrero, congruente y profesional.
“Con amor, con determinación, raza, ambición y ¡muchos, muchos huevos!.. Pero no se puede hablar sin verdad, de un hombre de verdad”, advirtió el criador guanajuatense.
De hecho, Adame es el primer torero que contrató hace diez años cuando nació la idea de la emblemática corrida de La Insurgencia de la que Adame es el máximo exponente al haber actuado en cuatro de ellas, cosechando diez orejas y un rabo.
Muchas veces lidió toros de De la Mora, consiguiendo resonantes triunfos como el indulto del toro 22 “Ronca Fuerte”, de 530 kilogramos en Salvatierra, Guanajuato, en el año 2002.
“Le deseo mucho éxito en su vida, se lo merece. Gracias al mexicano que nos levantó el espíritu, que luchó, y que, a sangre y fuego, nos enseñó que los sueños se cumplen y que no hay imposibles cuando estás dispuesto, como él, a apostarlo todo.
“Le abrazo con la esperanza que un día, no muy lejano, se vuelva a vestir de luces y lo podamos sacar a hombros entre todos, con gratitud y sin complejos”, concluyó visiblemente emocionado Luis Alberto Villarreal García.



