Por primera vez, colectivos de madres buscadoras y víctimas de violencia participaron en las peregrinaciones del Quincenario en honor a la Virgen de la Asunción, en Aguascalientes, donde se celebró una misa especial por los familiares desaparecidos.
Entre oraciones, lágrimas y fotografías en mano, integrantes del colectivo “Sendas de Justicia, Por Amor a Encarnación de Díaz” arribaron desde Jalisco con la esperanza de encontrar consuelo en la fe, en medio de la incertidumbre y el dolor que arrastran desde hace años.

A las puertas de la Catedral Basílica, el obispo Juan Espinoza Jiménez los recibió personalmente, reconociendo el sufrimiento que cargan y la fortaleza que los mantiene de pie. Durante su homilía, el prelado les habló con un mensaje de cercanía:
“Dios sí sabe dónde están y cómo están. Entréguenselo a Él, déjenselo a la Virgen. Es el único que puede salvar. Como Iglesia, estamos con ustedes”.
Espinoza Jiménez comparó la lucha de las madres buscadoras con la de la Virgen María, “la primera madre buscadora”, que en varios pasajes de la vida de Cristo tuvo que buscarlo y sufrir su ausencia. Reconoció además la falta de apoyo institucional: “A veces no encuentran respaldo en quienes deberían impulsarlas. Cuando van a denunciar, se topan con montones de expedientes y pocas respuestas”, lamentó.

Las buscadoras, algunas con más de cuatro años rastreando pistas sin obtener resultados, señalaron que, pese a las promesas de las autoridades de Jalisco de estar en “trabajos de búsqueda”, la ausencia de avances concretos ha minado su confianza.
El momento más emotivo se dio cuando, en medio de la ceremonia, el obispo pidió transformar el dolor, la amargura y la rabia en amor, invitando a los presentes a orar por quienes ya no están y por quienes aún esperan ser encontrados.
Para las madres, este encuentro no les devolvió a sus hijos, pero les regaló un instante de esperanza. Un respiro en la lucha que, dicen, continuará hasta que la verdad salga a la luz.



