Donald Trump no olvida ni perdona. Quien alguna vez fue su asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, enfrenta 18 cargos federales por presunto manejo indebido de información clasificada, y hoy se declaró no culpable de los mismos.
Durante su tiempo como asesor de Seguridad Nacional (del 2018 al 2019), Bolton fue el principal encargado de diseñar y coordinar la estrategia de seguridad, defensa y política exterior del país, asesorando directamente a Trump en temas sensibles como Corea del Norte, Irán, Venezuela y Afganistán.
También era uno de los rostros más influyentes del Consejo de Seguridad Nacional, donde impulsó una visión más dura y militarista de la diplomacia estadounidense, muchas veces en desacuerdo con el estilo de dirigir de Trump, quien buscaba acuerdos más prácticos de corto plazo.
Antes de integrarse al gobierno, Bolton fue embajador de Estados Unidos ante la ONU durante la administración de George W. Bush (del 2001 al 2009) y uno de los principales defensores de la guerra en Irak. Su historial como halcón republicano lo convirtió en una voz influyente dentro del ala más conservadora del partido.
El caso estalló luego de que el FBI cateara su casa en Maryland y su oficina en Washington, en el marco de una investigación que lo coloca en el centro de la polémica sobre el presunto uso político del sistema de justicia en Estados Unidos.
De las memorias a la acusación judicial
Bolton enfrenta ocho cargos por transmitir información de defensa nacional y diez por retenerla, delitos que podrían costarle hasta 10 años de prisión por cada uno.
Entre los documentos señalados por la fiscalía se incluyen fuentes confidenciales, identidades de agentes sobre el terreno, datos de inteligencia sobre líderes extranjeros y material relacionado con planes de ataques. Al menos uno de ellos describía los planes de un enemigo para atacar a militares estadounidenses en otro país, y dos más detallaban operaciones encubiertas realizadas por Estados Unidos.
Según la acusación, durante su etapa en la Casa Blanca (2018-2019) llevó un diario personal con material clasificado, parte del cual habría compartido con familiares como su esposa e hija, especialmente mientras preparaba su libro de memorias La Sala donde Sucedió” (The Room Where It Happened en su título original).
Venganza Política
El libro, publicado en 2020 pese a los intentos de la Casa Blanca por bloquearlo, reveló secretos internos del gobierno de Trump y se convirtió en pieza clave de su primer juicio político. Incluso llegó a decir que Bolton “debería estar en la cárcel” por lo que escribió.
Ahora, las mismas páginas que lo enfrentaron con la pasada administración podrían llevarlo ante la justicia. Bolton asegura ser víctima de una “venganza política” impulsada por un Departamento de Justicia que según él actúa contra quienes Trump considera enemigos.
La audiencia de seguimiento fue fijada para el 21 de noviembre, y aunque quedó en libertad, tiene prohibido salir del país sin autorización judicial.
Los enemigos de Trump
En las últimas semanas, también fueron imputados el exdirector del FBI James Comey y la fiscal de Nueva York Letitia James, ambos conocidos por ser críticos de Trump.
Comey fue acusado por un gran jurado federal de declarar falsamente ante el Congreso y obstruir procedimientos legislativos, por su testimonio de 2020 ante el Senado, donde habló sobre las investigaciones del FBI en torno a Trump y la injerencia rusa.
Por su parte, Letitia James enfrenta cargos federales por fraude hipotecario y falsedad en declaraciones, luego de que presuntamente mintiera al afirmar que una propiedad era su residencia principal cuando en realidad la utilizaba como inversión.
Bolton, considerado un “halcón” de la política exterior republicana, pasó de ser embajador ante la ONU y figura clave en el gobierno de George W. Bush al convertirse en uno de los enemigos más incómodos de Trump.
Hoy, su nombre vuelve a estar en los titulares, por un proceso judicial que podría redefinir hasta dónde llega el poder de Trump sobre quienes lo desafiaron.
