Ni la amenaza del dengue, ni lo caro de las flores, hicieron retroceder a la población en su homenaje sentido a los fieles difuntos, a los seres que se nos adelantaron al más allá y que ayer tuvieron visitas en los panteones y hubo risas, mariachis, comida y muchas flores en los panteones de Aguascalientes, en los que el pueblo se volcó y miles de personas durante todo el día estuvieron visitando estos lugares de silencio y soledad, en donde ayer resonaron las voces, los cantos y los llantos de miles de personas.
Con tristeza, ayer al panteón llegó un cortejo fúnebre y entre la fiesta a los muertos, los dolientes participaron en el recorrido por las estrechas calles del panteón para despedir a su familiar entre el jolgorio y la algarabía del Día de Muertos en los panteones De la Cruz y de los Ángeles.
En recorrido realizado por HIDROCÁLIDO en los viejos panteones, se pudo observar una interminable fila de personas que entraban y salían de los mismos, mientras que otras permanecían en las tumbas, colocando flores, ofrendas, comida y los objetos queridos de sus familiares y mientras que resonaba a lo lejos la música de los grupos norteños -que cobraban a 50 la melodía- algunas personas permanecían junto a las tumbas de sus deudos en silencio, en la profunda reflexión y la oración por el eterno descanso de aquellos que están en otro plano, lejos del mundo y sus vanidades, pero muy cerca por el recuerdo, la evocación y la nostalgia de quienes ayer abarrotaron los panteones de toda la ciudad en una interminable hilera de dolientes de todas las edades, quienes dejaron sus ofrendas en las tumbas como sucede todos los años, a excepción del tiempo de la pandemia en el que la visita a los panteones fue suspendida.
Sin embargo, pese a las recomendaciones de las autoridades de salud, la gente acudió en tropel a los camposantos, desafiando al mosquito Aedes aegypti, portador del dengue, que podría estar en los floreros en donde se estanca el agua, pero que no ahuyentó en momento alguno a las personas que desde temprana hora fueron a visitar a sus muertitos, convirtiendo el camposanto en un paisaje colorido, dominado por el naranja de la flor de los muertos y las notas del mariachi.
ESCENAS CONMOVEDORAS
Se vieron escenas conmovedoras ayer, cuando deudos de una persona fallecida justo ayer acudieron a depositar sus restos en el camposanto, confundiendo su llanto y sus oraciones con el de miles de personas que en esos momentos estaban recordando a sus seres queridos, pero también tristes imágenes de tumbas abandonadas, de las que nadie parece acordarse, porque se ve que no han sido visitadas en años y algunas ya presentan signos de destrucción o deterioro por el paso del tiempo.
De este modo, la fiesta de los muertos se confundió en la fiesta de los vivos, con la venta de flores a precios estratosféricos, comida, chucherías, paletas y flores en las inmediaciones del panteón, en donde se apostaron muchos vendedores para esperar el paso de los visitantes y ofrecer ramitos de flores de cempasúchil a 10 pesos, que fácilmente fueron adquiridos por la gente que iba pasando, no así los arreglos de más de 250 pesos que se vendían en el lugar y que solamente eran observados y poca gente adquiría.
EL PUEBLO, FIEL A SUS TRADICIONES
El pueblo, fiel a sus tradiciones religiosas y culturales, ayer recordó a sus fieles difuntos, a aquellos que dentro de las tumbas pudieron trasponer la barrera del más allá y sentirse acompañados, recordados y amados por quienes ayer llevaron una flor, una lágrima y su presencia hasta el lugar del Omega, del que nadie regresa y al que un día se volverá al polvo, pero que ayer se vistió de fiesta, de nostalgia y de amor hacia los que un día estuvieron entre nosotros y jamás se irán de nuestros corazones, pues seguirán vivos mientras no los olvidemos.