Lo que comenzó como una tormenta tropical el 17 de octubre de 2005 cerca de las Islas Caimán, en pocos días se transformó en Wilma, un huracán que marcaría para siempre la historia de Quintana Roo y México.
Para el 19 de octubre, Wilma llegó a categoría 5 con vientos de hasta 295 kilómetros por hora, una fuerza aterradora que se acercaba lentamente y puso en alerta a toda la población. En la madrugada del 21, tocó tierra en Cozumel como huracán categoría 4, avanzando hacia Puerto Morelos, El huracán permaneció sobre el territorio estatal durante más de 64 horas, causando lluvias intensas y ráfagas implacables que azotaron la región durante dos días.
Al llegar cerca de Cancún, Wilma se debilitó a categoría 3 y luego a 2, pero su poder devastador permaneció intacto. El aire era peligroso, una señal clara de la llegada del espantoso huracán que dejó a miles de familias inundadas, sin casa y con daños severos.

Las familias comenzaron a prepararse en medio del miedo y la incertidumbre. Pegaban tablas en las ventanas para evitar que los vidrios se rompieran con la fuerza del viento. Amarraban tanques de gas para que el agua as para prevenir incidentes y cuidaban lo mucho o poco que tenían. El cielo, antes azul, se tornó en un gris metálico que reflejaba tristeza, miedo y angustia.
Poco a poco, las primeras olas comenzaron a salir del malecón. Las lanchas y embarcaciones desaparecían, y las calles empezaron a inundarse hasta que el agua escaló a las casas. Muchos tuvieron que subir a los techos con lo que pudieron rescatar, temerosos de ser arrastrados por la corriente. La electricidad se cortó en muchas zonas, dejando a miles incomunicados. Entre la confusión, familias enteras pasaron la noche en refugios improvisados, mientras los noticieros apenas compartían fragmentos de información.
Cuando parecía que la tormenta daba una tregua, el silencio fue engañoso. Regresaron los vientos desde otro lado, igual de destructivos e imparables. Cozumel resistió como pudo, pero el amanecer del cuarto día reveló la devastación total, malecones destruidos, comercios y viviendas inundadas, palapas, lanchas y escombros esparcidos por las calles, como escenas sacadas de una película.
Sin embargo, entre los escombros comenzó la reconstrucción. La ayuda de los propios habitantes y la solidaridad se levantaron con fuerza para devolver la vida a la isla.


Daños y Consecuencias
La Comisión Nacional del Agua informó que Wilma se encontraba a 930 kilómetros al este-sureste de Cancún cuando alcanzó su máxima intensidad. Los daños se evaluaron en aproximadamente 18,773 millones de pesos, afectando viviendas, cultura, playas e infraestructura.
Este desastre natural convirtió una de las zonas turísticas más importantes de México en un área en crisis, con miles de damnificados y una urgente necesidad de apoyo.
Estrategias de Prevención y Resiliencia
Wilma marcó un antes y un después en la historia de la gestión de desastres en México. Desde entonces, se han fortalecido los sistemas de alerta temprana y la infraestructura de refugios temporales para proteger a ciudadanos y turistas.
En Quintana Roo se implementó la estrategia “Triple A”: Atentos, Alertas y a Salvo, que busca reforzar la preparación ciudadana y la capacidad de respuesta ante fenómenos meteorológicos extremos, haciendo de la prevención un hábito fundamental.
La tragedia evidenció la vulnerabilidad de las zonas costeras frente a eventos climáticos extremos y destacó la importancia de contar con sistemas eficaces de alerta temprana y planes de evacuación en todo México, especialmente en áreas turísticas.


Memoria y Reconstrucción
El paso de Wilma dejó un panorama desolador donde Quintana Roo quedó en ruinas, con hoteles, centros comerciales y viviendas reducidos a escombros. Miles de familias perdieron todo.
La reconstrucción fue lenta y dolorosa, pero la solidaridad y resiliencia de los quintanarroenses fue admirable. La ayuda internacional también fue clave para la recuperación y reconstrucción de la región.
Wilma dejó una lección imborrable en la memoria nacional, recordándonos que la unión y preparación pueden hacer frente incluso a las peores tormentas.





